En la sierra de Tormantos hay vetas amarillas y casas amarillas. Un ocre dorado, intenso y luminoso, que ya conocían los del Monasterio de Yuste. Quién sabe si también los Vetones. Quizás siempre se supo. Aunque ahora no se sabe.
En La Medrana de Garganta La Olla hay un hoyo gigante de no más de un metro de profundo. Debajo de los troncos y las zarzas y de la capa del mucho tiempo, hay un poco más de tierra amarillita amarillita. Para embarrar pintando.
Como un tesoro que queda en el misterio.
Se comió el monte de nuevo el color y casi casi la memoria.De este invierno no pasa pedirle al bosque un cachito, para pintar cantando con pigmentos de mi sierra.
El jenillo lo recojo este verano y Gloria me enseña que dice que aún se acuerda.
Ellas lo mojaban y con la brocha de henillo ahí le daban a la pared.
Yo le quiero dar también y ensayar la curva y la recta a ver si me salen bien.Luego quiero molerlo. Llevarlo al polvo y llenar los botes (Amarillito Amarillito).
Regalar de a poquitos para colorear con dedo o pincel.
Mezclarlo con cal, con yeso, con aceite, harina, cola, cerveza, goma, con leche de teta…
Luego tostarlo y llenar más botecitos (Rojo calcinado Medrana)
Luego quiero lavarlo. Y decantarlo tres veces. Coger lo fino de arriba y atreverme con estucos. Una pared entera. Para ti la primera. Y así hasta ensayar todas las otras posibilidades de ahorrar el transporte y la fabricación del su Bayer 810.
mOni
